jueves, 1 de agosto de 2019

Cómo recoger nuestras propias semillas de tomates.

CÓMO RECOGER NUESTRAS PROPIAS SEMILLAS DE TOMATES.





    Hola de nuevo amig@s. Estamos en verano y los tomates ya cuelgan de sus ramas en todos nuestros huertos, porque es una de las hortalizas más sembradas y queridas por todos nosotros, además de ser de las más rentables que podemos tener, porque con unas veinte o treinta matas tendremos tomates para toda la estación. 

Bueno, aunque la mayoría de nosotros sabemos la forma de obtener semillas de esos tomates que tanto nos gustan, no está de más el publicar en este blog una entrada para los que se incorporan a este maravilloso mundo de los huertos o maceto-huertos orgánicos y nunca lo han hecho.

Lo primero que haremos cuando tengamos ya tomates colgando de las ramas es seleccionar algunos de los más grandes, vistosos, sanos y con las características propias de la variedad, de entre aquellas tomateras, que a su vez sean las más sanas y fuertes. Se que muchas veces la tentación nos hace querer comernos esos bonitos tomates, pero vale la pena sacrificarlos para el éxito de futuras plantaciones.
Una vez escogidos, los marcaremos atándoles una cinta de color vistoso, o cualquier otro medio que se os ocurra, para no recolectarlos por un descuido.

Ya tenemos nuestros tomates marcados; ahora habrá que esperar que maduren todo lo posible en su mata, que se pongan gordos y rojos. Los iremos tocando de vez en cuando para ver si se ponen tiernos, momento en el que los quitaremos de la planta y los pondremos unos días en un lugar cálido pero que no les de el sol, así terminarán de madurar totalmente.

Una vez llegados a este punto, los cortaremos horizontalmente por la mitad, e iremos echando, con ayuda de una cucharilla o pequeña espátula, las pepitas o semillas en un tarro o vaso, que irán adheridas de forma inexorable al mucílago, que es esa sustancia o pulpa gelatinosa que las envuelve.


Bien, pues para separar las semillas de esa pulpa,  taparemos el tarro o vaso donde las hemos depositado, lo pondremos en un lugar oscuro o taparemos con un paño, y lo dejaremos fermentar en un sitio cálido de casa, como la cocina, por unos 4 ó 5 días por lo menos.

Al cabo de esos días debe de verse una parte roja con moho y otra más abajo y líquida, como el agua, donde estarán las semillas. A continuación quitaremos la parte con moho que desecharemos, echando el líquido con las semillas en un colador y limpiaremos bajo el chorro del grifo las pepitas hasta que queden totalmente limpias.

El siguiente paso será extenderlas sobre una superficie para que sequen, como por ejemplo papel, aunque se suelen quedar pegadas, por lo que recomiendo una tela o malla totalmente limpia, para evitar contaminarlas, asimismo, el lugar donde las pongamos a secar no debe tener humedad, no estar al sol, ni que haga demasiado viento porque pueden salir volando.  Las tendremos así por lo menos una semana para asegurarnos que queden totalmente secas.

Una vez bien secas, sólo quedará quitar algún resto que haya quedado y las guardaremos en un sobre de papel o un frasco, donde apuntaremos los datos de las semillas, como nombre, variedad y fecha de envase. A continuación las pondremos en un lugar muy fresco, sin humedad y sin luz, para potenciar así la viabilidad de las semillas el mayor tiempo posible.


Antes de guardarlas, yo suelo hacer un test de germinación con una muestra de ellas para asegurarme de que son viables. Para ello cogeréis unas cuantas semillas y las pondréis en medio de una servilleta de papel doblado por la mitad y húmeda, en una bandeja con tapa. Las tendremos así durante 6 o 7 días hasta que germinen, asegurándonos así de no guardar semillas malas.

Finalizamos aquí compañer@s, espero que esta entrada os sirva para cuando tengáis variedades dignas de ser reproducidas año tras año, así se aclimatarán y adaptarán más al entorno de vuestros huertos, y  mejorará el resultado final, que son nuestros queridos y sabrosos tomates.

Hasta pronto y os deseo un verano muy dichoso.

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