martes, 30 de junio de 2020

Cultivo orgánico del ajo elefante.

ajo elefante

CULTIVO ORGÁNICO DE AJO ELEFANTE






     Hola de nuevo amig@s. En esta entrada vamos a hablar de una hortaliza que morfológicamente está más relacionada con el puerro pero fisiológicamente se parece más al ajo, pero a lo grande, por eso se llama ajo elefante, aunque también se le conoce como ajo chilote, ajo blandino, ajo ruso, etc. Su nombre científico es Allium ampeloprasum var. ampeloprasum, aunque autores modernos lo están nombrando como Allium ampeloprasum var. complex.

Esta planta pertenece a la familia Allium, cuyas especies están distribuidas por el hemisferio norte, en una franja que va desde toda la cuenta mediterránea hasta la parte occidental de oriente medio.
En tratados agrícolas de Al-Ándalus, los andalusíes hablaban de una variedad de puerro con divisiones y que alrededor de su cabeza nacen granos del tamaño de un garbanzo; parece ser que se trataba del ajo elefante u otra variedad muy parecida. (1)

Bueno, vamos a empezar a hablar sobre su cultivo, y diré que es igual que el del ajo blanco común, aunque en zonas costeras como pasa aquí en la de Cádiz con mucha humedad ambiental, se da mejor el ajo elefante pues es menos propenso a tener enfermedades.

El ajo elefante es un cultivo que requiere un clima templado y exposición totalmente soleada, aunque al principio de su plantación necesita de fresco para salir de la dormancia y para tener un buen desarrollo posterior, por lo que precisa de un período de bajas temperaturas, pero en menor medida que el ajo común.
Se adapta bien a diferentes ambientes y puede haber mejorado con los distintos climas y prácticas de cultivo.

El suelo ideal para cultivar ajo es franco arenoso o franco arcilloso, con un pH entre 6,5 y 7. Es importante que tenga bastante materia orgánica, que retenga humedad pero que a la vez drene el exceso de agua. Yo añado semanas antes de preparar la tierra una buena cantidad de estiércol pasado de caballo, único abono que aporto durante todo el cultivo, y lo mezclo con la tierra. Luego, antes de plantar el ajo, le doy un par de pasadas con la moto-azada para dejarla suelta y mullida. 

Hago unos caballones y sobre ellos entierro los dientes de ajo a una profundidad de 8 centímetros al ser un suelo arenoso; si fuera suelo arcilloso deberá enterrarse algo menos. 
Al plantar sobre caballones, la cabeza se formará algo por encima del nivel de la tierra, así estará a salvo de un exceso de humedad y de posibles enfermedades. 
El marco de plantación puede ser de 20 centímetros entre golpes y unos 50 centímetros entre filas; aunque en cultivo comerciales se deja menos.

La época en que se suele plantar el ajo elefante es desde primeros a mediados de octubre en el hemisferio norte, siendo significativo que cuanto más atrasemos la siembra menor será el resultado final. 

Como hemos dicho arriba, al plantar necesita días frescos y cortos para germinar; luego para crecer y comenzar a formar los bulbos las temperaturas han de estar en torno a los 20 grados centígrados y más horas de luz solar (fotoperiodo largo), y para finalizar deberán tener temperaturas altas para endurecer los dientes y comenzar la maduración.

Como la siembra se realiza en otoño, época de lluvias por estas zonas, el riego quedará supeditado a la falta de las mismas, por lo que caso de no producirse tendremos que efectuar riegos moderados de vez en cuando para conseguir que el suelo tenga siempre algo de humedad, porque debemos tener presente que los ajos tienen un sistema radicular poco ramificado y poco profundo. Hay que tener mucho cuidado con no pasarnos con los riegos pues a este cultivo no le gusta los encharcamientos, que les producirá enfermedades fúngicas.
También hay que señalar que el estrés hídrico es muy perjudicial para este cultivo, cayendo significativamente el rendimiento si lo padece en algún momento durante el desarrollo.

En cuanto a enfermedades que pueden atacar este cultivo tenemos la roya, el mildiu, la botritis, la alternaria y algún tipo más de podredumbre, todas ellas causadas por hongos, que con tratamientos con sulfato cuprocálcico,  oxicloruro de cobre, o infusiones de cola de caballo, manzanillas, etc. podemos resolver o cuanto menos detener y controlar. Y en cuanto a plagas, señalaré que las más importantes son algún tipo de nematodo, trips, larvas de algunas moscas y polillas, y gorgojo del ajo.

Durante el cultivo deberemos de realizar varias acciones o cuidados como la eliminación de malas hierbas, para lo cual efectuaremos varias escardas a mano; además al quedar la tierra más suelta se aireará y ayudará a que el ajo engorde con más facilidad. También tendremos que estar atentos cuando brote el escapo floral, que será unas cinco semanas antes de la cosecha, para cortarlo o arrancarlo, así toda la energía y nutrientes de la planta se dedicarán a engordar los dientes, en lugar de producir una flor y semillas inservibles.







Para comenzar a recoger o cosechar las cabezas de ajo elefante, tendremos que esperar algo más de 7 meses desde la plantación, y previamente habremos dejado de regar unas 2 o 3 semanas antes, así el suelo seca y comienza el proceso de curado del ajo. El momento oportuno será cuando la planta comience  a decaer y mostrar necrosis en hojas y tallo, tornándose a un color entre amarillento y marrón en un 60% de la parte aérea de la planta.

A la hora de sacar la cabeza es aconsejable ayudarse de una horca, que clavaremos en la tierra cerca de la cabeza y haremos presión hacia arriba, así la tierra se suelta y abre y podemos sacar toda la planta sin dañar el bulbo.
Yo suelo dejar las plantas recién sacadas en el mismo suelo durante 24 horas, así queda seca la tierra que pueda traer adherida y se desprende con facilidad. A continuación hay que ponerlos a la sombra y ventilados, de esta forma curarán los dientes y secarán hojas y tallo; yo los cuelgo en grupo de tres plantas en un porche sombreado, eso sí, hay que mantenerlos secos y protegidos de una posible lluvia. Una vez que veamos seco el cuello, desgranaremos los ajos y guardaremos en un cuarto sombreado, secos y con temperatura no inferior a 18º C.

Cuando se recolectan los ajos elefantes traen pegados una especie de semillas o dientes pequeños, que son propágulos de resistencia, de color marrón claro y del tamaño de un garbanzo, que pueden ser utilizados para la propagación de nuevas plantas de ajo elefante, aunque dará un solo bulbo o diente, de forma redondeada. Si este bulbo lo plantamos a la siguiente temporada ya dará una cabeza normal de ajo elefante.

Dada la dureza de estos propágulos de resistencia, antes de plantarlos es conveniente tenerlos varios días en agua.

Aunque se dice que el sabor del ajo elefante es más suave que el del ajo común, yo os diré que los que yo cultivo son parecidos o iguales a estos en cuanto a sabor, olor y picor, y se pueden emplean en cocina de la misma forma que los demás ajos, aunque al tener ese gran tamaño puede dar bonitos juegos en las presentaciones de los platos.
La ingesta del ajo elefante nos proporcionará vitaminas del grupo C, y algunas del grupo B, y minerales como el calcio, fósforo, hierro, sodio y potasio y microelementos como manganeso, cobre, selenio y zinc, y también posee ácido salicílico.

Para rematar y según el doctor en medicina por la Universidad Complutense de Madrid Don Josep Lluis Berdonces Serra, escritor también sobre temas de fisioterapia, iridología y medicina natural, nos dice en su libro "Cómo cura el ajo" que las asombrosas virtudes del ajo, verdadera panacea médica, son incontables: poderoso antibiótico natural, remedio eficaz contra el reumatismo y para las afecciones del aparato digestivo y respiratorio, combate el exceso de colesterol, normaliza la tensión sanguínea y previene la arterioesclerosis. También opina que deberíamos de pensar que las bondades de la dieta mediterránea, de la que tanto se habla, quizás gran parte de ello sea debido al humilde ajo.

Bueno y hasta aquí por hoy querid@s amig@s, espero que os guste y os sirva esta entrada sobre el cultivo del ajo elefante, que es muy sencillo y fácil de realizar, y que quedaremos maravillados al cosechar y ver salir de la tierra esa enorme cabeza que nos hará gozar de felicidad y dará por bueno todo el tiempo y esfuerzo que hemos invertido en cultivarlo.


Que os vaya bien a tod@s, cuidaros y hasta pronto.


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(1) Plantas hortenses en Al-Ándalus: Monocotiledóneas. E. GARCÍA - J. E. HERNÁNDEZ - J.Mª CARABAZA - A. JIMÉNEZ - E. MARTÍN

domingo, 7 de junio de 2020

El Salsifí.

EL SALSIFÍ






     Estimad@s compañer@s, hoy vamos a tratar de otra de las plantas silvestre que crecen aquí en mi huerto y los alrededores, que se consumió bastante en otras épocas, y aunque hoy en día se sigue consumiendo, es desconocida para muchos; esta maravilla se llama salsifí (Tragopogon porrifolius) o barba cabruna como se la conoce vulgarmente.

El género Tragopogon incluye unas 70 especies, distribuidas por la zona mediterránea, Europa y parte de Asia templada, aunque en esta entrada hablaremos solo del T. porrifolius por ser éste el auténtico salsifí.

Esta planta es de la familia de las Asteraceae (por su flor en forma de estrella), pudiendo alcanzar una altura de algo más de 1 metro cuando florece. Es bienal, con hojas verdes finas y largas formando una roseta central; floreciendo de abril a junio en el segundo año, con tallos erectos donde se abrirán unas flores de color violeta o morado, que al fructificar darán lugar a una especie de bolas plumosas de más de 10 cm. de diámetro, donde se desarrollarán los aquenios fusiformes (o cipselas) con un vilano en la punta para volar y desplazarse con el viento para conquistar nuevas tierras. Tiene una raíz napiforme de entre 20 y 30 cm., carnosa, de color amarillenta por fuera y blanca por dentro, que es comestible.

Podemos encontrarla por casi toda la Península Ibérica y suelen vivir en campos baldíos, jardines, bordes de los caminos, praderas, etc. Se cultivó durante siglos, hasta que fue desbancado por el de la Escorzonera (Scorzonera hispánica)* o salsifí negro, más productivo y con carne menos fibrosa.

El salsifí, prácticamente no se cultiva ya en España, aunque se recogen todavía los silvestres para consumo humano; cultivándose aún en el norte de África, mediterráneo oriental y algunas zonas de Europa.

Para cultivarlo en nuestro huerto, lo mejor es disponer de un clima templado, con exposición totalmente soleada, y aunque no es muy exigente en cuanto a suelos, si que prefiere los profundos, mullidos y sin piedras o gravas para que las raíces no se bifurquen y se acorten; además que sea fresco y con aporte de materia orgánica como estiércol pasado, y que drene muy bien.

La época idónea para su siembra será finalizando el invierno, y en zonas más templadas en otoño cuando ha pasado el calor veraniego. Plantaremos en líneas separadas a unos 30 cm. unas de otras, y una distancia entre golpe de unos 10 cm., enterrando entre 1 y 2 cm. de profundidad cada semilla y mantendremos bien húmedo el terreno. La germinación se producirá entre 12 y 15 días.

En cuanto al riego, lo realizaremos obviamente en cuando veamos que el suelo comienza a secar en caso de falta de lluvias, así aseguraremos que engorde la raíz. Esta planta tolera la sequedad del terreno, pero su parte subterránea quedará fina y fibrosa.

La enfermedad y plagas más comunes que esta planta puede padecer son la roya blanca, así como ataques por nemátodos y pulgones, aunque como planta silvestre que es, resiste casi todo.

Las labores que deberemos realizar durante el cultivo serán las escardas para eliminar malas hierbas, así como el corte del tallo floral, si se produce, para evitar que la raíz se ponga dura y fibrosa, optando algunos por arrancar y desechar toda la planta directamente en este caso. Si queremos recoger semillas, dejaremos varias plantas sin recolectar y al segundo año emitirá su tallo floral. Las semillas de esta planta tienen un limitado poder germinativo de no más de 2 años.

Desde la siembra a la recolección deben pasar al menos 7 meses para que la raíz adquiera un tamaño adecuado. Para extraerlas, haremos una zanja junto a las plantas para sacarlas enteras, las lavaremos bien de tierra y cortaremos la parte aérea, dejándole 2 o 3 centímetros de tallo para que no pierdan látex.
La recogida se puede realizar escalonadamente, a medida que las vayamos consumiendo.

En cocina, se pueden emplear las hojas basales y los tallos jóvenes, con un ligero sabor a espárragos, en ensaladas y sopas, pero es su raíz, con textura carnosa y sabor a nuez u ostras, lo que más se emplea de la planta, aunque también sus capítulos florales antes de abrir son comestibles.
La raíz hay que limpiarla muy bien y quitarle las barbas, a continuación se cuece durante unos 40 minutos para que no sea indigesta y le quitaremos la piel, pudiendo emplearse en guisos, sopas, purés, salteadas, etc., y hasta frita, cortada en finas lonchas.

El consumo de esta planta nos proporcionará fibra y carbohidratos, asimismo contiene vitaminas C y muchas del grupo B, y minerales como potasio, fósforo y calcio, principalmente.
Se ha utilizado en medicina popular por sus propiedades depurativas y laxante, antiinflamatoria, hipotensora, etc.

Bueno amig@s, espero que os guste la entrada sobre esta vieja verdura, desconocida para algunos y borrada de los cultivos de nuestros huertos desde hace muchos años, pero que está resurgiendo gracias a la alta cocina como producto gourmet, que la ha puesto de moda desde hace ya unos años, y por ello se está recuperando su cultivo aunque solo sea de forma puntual por algunos horticultores a los que les gusta plantar "cosas nuevas".


                                   Disfrutad de vuestros huertos y hasta pronto.


          




* Aunque la Scorzonera hispánica, pertenece a la familia de las Asteraceae, no es del género Tragopogon.