lunes, 19 de agosto de 2019

La hibridación en nuestros cultivos.


LA HIBRIDACIÓN EN NUESTROS CULTIVOS





     Hola querid@s amig@s, aquí estamos de nuevo con otro tema relativo al huerto que se que a much@s os puede interesar; en este caso es el de la hibridación o cruzamiento que se nos puede presentar en nuestros cultivos, sin que nosotros lo deseemos.

Para empezar tengo que decir que no voy a entrar en profundidades de biología sobre la reproducción de las plantas, porque entre otras cosas, no soy un entendido en ello, sólo intentaré dar unas nociones básicas para comprender el cómo se pueden cruzar entre ellas, así, si queremos evitar que esto ocurra podremos poner los medios o las actuaciones correspondientes.

Las plantas se pueden reproducir asexualmente, de forma vegetativa mediante partes de la planta madre, como los acodos, esquejes, rizomas, estacas, bulbos, tubérculos, etc., o por apomixis, que participan los órganos reproductores pero sin fecundación, o sea, en ambos casos los descendientes son clones de la planta madre. En estos casos no tendremos por qué preocuparnos, aquí no hay hibridación no deseada.

En cuanto a la reproducción sexual de las plantas, y teniendo en cuenta su forma de polinizarse, podemos hacer tres grupos que son, las autógamas, las alógamas y las mixtas.

En la autogamia se produce la fusión de los gametos femeninos y masculinos producidos por el mismo individuo, o sea, la flor de estas planta se poliniza a sí misma; en la alogamia, al contrario, se necesitan de dos flores distintas y se llama polinización cruzada, y estas son las que tienen más posibilidades de hibridarse.

Como excepción de la norma, hay que aclarar que en las plantas autógamas se da, o mejor dicho, se puede dar un porcentaje de hasta un 5% de polinización cruzada de forma natural por los vectores de polinización, como insectos, pájaros, vientos, etc.

También existen algunas plantas autógamas con polinización mixta que en determinadas circunstancias, como temperaturas altas o una cantidad ingente de insectos, su polinización cruzada puede llegar hasta el 50%, como el algodón, sorgo, aguacates, etc.

Ejemplo de plantas autógamas son: arroz, tomate, pimiento, berenjena, tabaco, trigo, cebada, avena, lino, garbanzo, café, judías, alubias, soja, guisantes, habas, lechuga, cítricos, melocotoneros, cacahuete, etc.

Ejemplos de las alógamas son: melón, sandía, calabaza, calabacín, zanahoria, apio, perejil, girasol, alfalfa, centeno, maíz, espárrago, remolacha, coles, espinaca, cebolla, lúpulo, manzano, ciruelo, peral, vid, olivo, pino, abetos, etc.

Si no queremos que nuestros cultivos varíen, evitando cruces no deseados y seguir disponiendo en el futuro de semillas puras, tendremos que tomar algunas medidas para que esto no ocurra, como distanciar las distintas variedades entre 500 y 1000 metros unas de otras, cultivándolas en zonas cerradas como invernaderos o con otras barreras artificiales, como bolsas, jaulas, mallas antiinsectos, cortavientos, setos, etc., o también, retrasar/adelantar las siembras de variedades para que no coincidan en la floración.

Es verdad que la mayoría de nosotros, no tenemos grandes fincas para poder distanciar los distintos cultivos tantos metros unos de otros, ni tampoco, aunque solo fuese un pequeño invernadero, así que lo mejor es dedicarnos a una sola variedad de cada hortaliza si queremos conservar su pureza; aunque como es mi caso, mis vecinos también siembran, a levante y poniente de mi parcela, y en la misma época las mismas verduras y hortalizas, pero de otras variedades, así que por mucho cuidado que yo ponga, siempre habrá la posibilidad de polinización cruzada y por tanto hibridación.


1ª Ley de Mandel
Gregor Mendel
Bueno amig@s, aunque es un tema más complejo, espero haberos aclarado un poco la distinción en la forma de polinización de las flores de los distintos cultivos plantados en nuestros huertos, por si no queremos perder o que varíen las características de esa especie o variedad única que podamos tener de alguna hortaliza o frutal. 

Hasta pronto y sed felices.

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jueves, 1 de agosto de 2019

Cómo recoger nuestras propias semillas de tomates.

CÓMO RECOGER NUESTRAS PROPIAS SEMILLAS DE TOMATES.





    Hola de nuevo amig@s. Estamos en verano y los tomates ya cuelgan de sus ramas en todos nuestros huertos, porque es una de las hortalizas más sembradas y queridas por todos nosotros, además de ser de las más rentables que podemos tener, porque con unas veinte o treinta matas tendremos tomates para toda la estación. 

Bueno, aunque la mayoría de nosotros sabemos la forma de obtener semillas de esos tomates que tanto nos gustan, no está de más el publicar en este blog una entrada para los que se incorporan a este maravilloso mundo de los huertos o maceto-huertos orgánicos y nunca lo han hecho.

Lo primero que haremos cuando tengamos ya tomates colgando de las ramas es seleccionar algunos de los más grandes, vistosos, sanos y con las características propias de la variedad, de entre aquellas tomateras, que a su vez sean las más sanas y fuertes. Se que muchas veces la tentación nos hace querer comernos esos bonitos tomates, pero vale la pena sacrificarlos para el éxito de futuras plantaciones.
Una vez escogidos, los marcaremos atándoles una cinta de color vistoso, o cualquier otro medio que se os ocurra, para no recolectarlos por un descuido.

Ya tenemos nuestros tomates marcados; ahora habrá que esperar que maduren todo lo posible en su mata, que se pongan gordos y rojos. Los iremos tocando de vez en cuando para ver si se ponen tiernos, momento en el que los quitaremos de la planta y los pondremos unos días en un lugar cálido pero que no les de el sol, así terminarán de madurar totalmente.

Una vez llegados a este punto, los cortaremos horizontalmente por la mitad, e iremos echando, con ayuda de una cucharilla o pequeña espátula, las pepitas o semillas en un tarro o vaso, que irán adheridas de forma inexorable al mucílago, que es esa sustancia o pulpa gelatinosa que las envuelve.


Bien, pues para separar las semillas de esa pulpa,  taparemos el tarro o vaso donde las hemos depositado, lo pondremos en un lugar oscuro o taparemos con un paño, y lo dejaremos fermentar en un sitio cálido de casa, como la cocina, por unos 4 ó 5 días por lo menos.

Al cabo de esos días debe de verse una parte roja con moho y otra más abajo y líquida, como el agua, donde estarán las semillas. A continuación quitaremos la parte con moho que desecharemos, echando el líquido con las semillas en un colador y limpiaremos bajo el chorro del grifo las pepitas hasta que queden totalmente limpias.

El siguiente paso será extenderlas sobre una superficie para que sequen, como por ejemplo papel, aunque se suelen quedar pegadas, por lo que recomiendo una tela o malla totalmente limpia, para evitar contaminarlas, asimismo, el lugar donde las pongamos a secar no debe tener humedad, no estar al sol, ni que haga demasiado viento porque pueden salir volando.  Las tendremos así por lo menos una semana para asegurarnos que queden totalmente secas.

Una vez bien secas, sólo quedará quitar algún resto que haya quedado y las guardaremos en un sobre de papel o un frasco, donde apuntaremos los datos de las semillas, como nombre, variedad y fecha de envase. A continuación las pondremos en un lugar muy fresco, sin humedad y sin luz, para potenciar así la viabilidad de las semillas el mayor tiempo posible.


Antes de guardarlas, yo suelo hacer un test de germinación con una muestra de ellas para asegurarme de que son viables. Para ello cogeréis unas cuantas semillas y las pondréis en medio de una servilleta de papel doblado por la mitad y húmeda, en una bandeja con tapa. Las tendremos así durante 6 o 7 días hasta que germinen, asegurándonos así de no guardar semillas malas.

Finalizamos aquí compañer@s, espero que esta entrada os sirva para cuando tengáis variedades dignas de ser reproducidas año tras año, así se aclimatarán y adaptarán más al entorno de vuestros huertos, y  mejorará el resultado final, que son nuestros queridos y sabrosos tomates.

Hasta pronto y os deseo un verano muy dichoso.

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