martes, 28 de enero de 2020

El abono verde.

EL ABONO VERDE




     Saludos amig@s y compañer@s. Hoy vamos a tratar en esta nueva entrada sobre una manera de abonar o enriquecer con nutrientes a nuestros suelos de cultivos, de una de las formas más naturales y beneficiosas de entre las que podemos contar para este fin, y es el llamado abono verde.

Esta práctica usada desde hace miles de años consiste en imitar a la naturaleza, dejando sobre la superficie del suelo los restos de plantas muertas para que se degraden y aporten sus elementos químicos una vez que se han descompuesto, así como mejorando las condiciones físicas, químicas y biológicas del mismo.

Además de proporcionar al suelo nutrientes, algunas de las plantas que se emplean en el abono verde, como la mostaza blanca y otras brassicas, tienen la propiedad de segregar, a través de sus raíces y por descomposición de la planta, cantidades muy importantes de "glucosilonatos", que son compuestos azufrados, y al incorporarlos al terreno dan lugar a sustancias tóxicas para algunas especies de nemátodos y otros insectos, así como para ciertos tipos de "malas hierbas" (alelopatía negativa) y patógenos del suelo, eliminándolos o limitando su desarrollo.

También las leguminosas, que tienen la propiedad de fijar nitrógeno atmosférico al suelo gracias a los nódulos en sus raíces que producen las bacterias rizobios, que habitan en la tierra de la mayoría de los huertos y campos.

Para hacer el abono verde se emplean plantas de crecimiento rápido para que no ocupen el terreno de siembra durante mucho tiempo, que produzcan mucha biomasa y que su cultivo no provoque grandes gastos económicos ni de agua; siendo las principales especies de plantas que se emplean para ello las leguminosas, gramíneas y brassicas (crucíferas), y es muy recomendable la mezcla de semillas de dos o tres especies distintas pues así unas aportarán nitrógeno, otras mucha biomasa, otras subirán a la superficie minerales desde la parte más profunda del suelo, y otras producirán sustancias que son perjudiciales para la germinación de semillas y el crecimiento de algunas malas hierbas, etc.

Algunos ejemplos de las principales plantas que podemos emplear son:
  • leguminosas: lupinos, vezas, trébol blanco, habas, guisantes, vicia, soja, esparceta, zulla, pasto de Sudán, almorta, etc.
  • gramíneas: avenas, centenos, cebadas, ray-grass, etc.
  • brassicas: mostaza blanca, nabos, colza, jaramago, etc. 
  • otras especies: trigo sarraceno, girasol, consuelda rusa, sorgo, etc.
Los beneficios para el suelo de nuestros huertos gracias a la realización de la siembra de estas plantas son:
  • Incremento de la actividad microbiana del suelo que se encargan de la mineralización de la materia orgánica.
  • Favorece la actividad de bacterias y hongos, que descomponen la celulosa.
  • Aumento de materia orgánica en el suelo.
  • Aumento de nutrientes asimilables para las plantas.
  • Mejora la estructura del suelo y su capacidad de retención de agua.
  • Disminuye el calentamiento del suelo y por tanto la evaporación de agua.
  • Cobertura vegetal que protege de la erosión del suelo, de los rayos solares, del viento y de lluvias intensas.
  • Disminuye la formación de costra superficial en el suelo.
  • Disminuye la proliferación de malas hierbas por sombreamiento.
  • Recupera suelos degradados.
  • Captación de nutrientes de capas profundas del suelo, llevándolas a la superficie en su biomasa.
  • Suministra refugio para la fauna silvestre.
  • Algunas plantas sirven de "cultivo trampa" para atraer insectos donde depositan sus huevos en lugar de hacerlo en nuestros cultivos.
Orugas de la col atacando a mostaza blanca

En clima mediterráneo, normalmente la época más propicia para hacer siembra de abono verde es en otoño, con las primeras lluvias, para incorporar la biomasa al suelo a finales de invierno o principios de primavera, aunque también en zonas de regadío y con un pequeño aporte de agua se pueden sembrar en primavera-verano cuando el terreno está sin cultivar. 

Para la siembra de semillas de estas plantas, deberemos hacer una labor superficial del terreno y a continuación las esparciremos a voleo, para luego enterrarlas someramente, a fin de protegerlas de pájaros y hormigas.
Con objeto de facilitar la rápida germinación de las semillas, el suelo deberá tener una buena humedad, por lo que caso de falta de lluvias, deberemos regar y mantenerlo húmedo.

Una vez que germinan, prácticamente no tendremos que hacer nada más, puesto que no necesitan ni de riego, ni de escardas, ni de abonos. Las dejaremos crecer hasta que tengan una altura adecuada, siendo el mejor momento para segarlas la apertura de las primeras flores, pero cuidado de que no maduren sus semillas para que no se conviertan en plantas adventicias. 
Para la siega podemos emplear una máquina desbrozadora, o una cortacésped que las dejará picadas sobre el terreno.

Cuando tengamos las plantas cortadas deberemos dejarlas en la superficie durante al menos 7 días para que la oxidación de la biomasa sea efectiva gracias al aire y la humedad (descomposición aeróbica). Luego podremos enterrarlas de forma superficial donde hay mayor actividad biológica, a no más de 10 ó 15 centímetros, para que se complete este proceso. Si lo que queremos es proteger el suelo de una fuerte insolación o erosión, segaremos y dejaremos los restos en la superficie donde formará una capa de humus que irá enriqueciendo el suelo por lixiviación, siendo esta forma la más adecuada para cultivos de frutales y agricultura extensiva.

Se estima en un mínimo de 90 días el tiempo necesario para completar el proceso de descomposición y disponer de los nutrientes para nuevos cultivos.

Bueno amig@s, para terminar diré que esta práctica de abonar la tierra es la más ecológica y natural que existe, mejorando el suelo de cultivo en muchos aspectos y además es una fuente independiente de abono con un gasto económico muy reducido, así que os animo a realizarlo en todo tipo de suelos, huertos y campos de labor.


Hasta pronto compañer@s y sed felices

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